A lo largo de nuestra vida, nos hemos situado en un sinfín de lugares, espacios concebidos para diferentes funciones, distintas corrientes, espacios abiertos o cerrados, públicos o privados. Estas variantes nos hacen percibir el espacio de diferente manera según sus características. Por ejemplo, una calle prolongada y poco iluminada puede hacernos sentir inseguros, a la vez que un parque muy concurrido puede invitarnos a permanecer.
Así funcionan nuestros sentidos en el entorno urbano.
Son los sentidos o los canales cognitivos el conducto que establece una conexión entre el individuo y su entorno, a través de los aromas, las texturas, los sonidos y los colores, dichos elementos forman parte de las atmosferas del ambiente en las cuales interactuamos día a día y es la percepción de estas las que nos ocasionan reacciones en nuestra conducta.
El usuario establece una conexión con el espacio a través del olfato.
Las relaciones sociales son influenciadas por las características del entorno en el que un individuo se desenvuelve. Gran parte de los recuerdos de mayor relevancia que determinan el carácter en los primeros años de vida de un ser humano se desarrollan en la casa, aunque la percepción del lugar en el que vivimos es conformada también por el entorno residencial, es decir, el espacio público o las áreas recreativas donde se desenvuelve la vida de una comunidad.
Las tendencias en los desarrollos habitacionales van orientadas a el realce de las áreas verdes en la medida de lo posible según sea el target al que va dirigido, aunque poco se piensa en el desarrollo de la vida comunitaria en relación a un diseño de paisaje adecuado.
El diseño apropiado del espacio público en los desarrollos habitacionales, son determinantes para generar una convivencia que genere lazos sociales estables en una comunidad, mismos que atraen beneficios incontables, entre ellos, el fortalecimiento de la seguridad social.
Autor: Arq. Agustín Espinosa.
Líder Proyecto Urbano y Paisaje.
Luma Arquitectura y Urbanismo Sustentable.